He aquí el relato de un tiempo, que parece ya histórico, en el cual las montañas no se veían asaltadas por poderosos atletas, dejando el sudor en los caminos, velocísimos ciclistas a punto de arroyar a un caminante, o elásticos gimnastas ejercitando el grado de escalada sobre un dedo.
Eran momentos en los que las cosas se tomaban con más calma, reposando y pensando, con un cigarrillo en la boca, las aventuras que se soñaban vivir, y quizás, alguna, realizar...
No se "cumplían objetivos" sino que se alcanzaban sueños, muchas veces, todo hay que decirlo, con algún que otro despropósito...
Un homenaje, en clave de humor, a toda una generación, aquella de los años 80, que se acercó a la montaña con mucho ánimo, pocos medios, apenas conocimientos, una gran imaginación...y algunas veces, bastante cara.